domingo, 28 de junio de 2009

Juegos

Me encuentro. Estoy callada porque pienso en el fin. Yo, mis manos también calladas. Está la nube perdida en mi cabeza. Nube que es nube, pero pronto es solo como la saliva en los genitales de una mujer joven. Es eso lo que me concentra y los ojos desorbitados del hombre que la posee, la traga la disfruta la destroza la pervierte.
Estábamos hablándonos cuando me di cuenta que de mis oídos salían como gusanos, entonces mi sorpresa luego el asco y el miedo, pero la incertidumbre. No podían dejar de caerse los gusanos blandos y verdes y marrones y rojos con pintas amarillas y con pelos y espinas. Y caían, se chorreaban, negros líquidos, y mis oídos y mis manos tratando. Estábamos como escupiéndonos las lenguas y las palabras gotitas vibrando en todo el cuerpo a través del sonido, pero los oídos llenos de gusanos, ya no.
Me vuelvo a encontrar. Me doy cuenta que el silencio no existe. Así como el futuro y el pasado es inevitable, así como el presente es el pasado y el futuro, y todos igual de inexistentes.
Y nos movemos, y nos olemos, y nos lamemos, y nos reímos. Callados, siempre tan callados.